Página 250-251 - binarius_3_final_web

Versión de HTML Básico

44
45
el uniforme de ella y que fue detrás de la puerta de mi
casa.
Nunca más volvió a sucederme. Ni siquiera cuando de
novio con mi esposa de hace 15 años, Norita. Ni cuando
de amante con otras pájaras furtivas de la noche y de
la vida. Ni cuando con otras noviecitas breves o largas.
Hasta ayer, con usted Natalia. Es como si otra etapa de
la vida empezara o dejara atrás el día de ayer, luego del
remezón del abrazo.
El abrazo que nos dimos ayer me devolvió como por arte
de magia 30 años atrás en el tiempo. ¡Qué vaina más
rara!
Por supuesto que me quedó gustando. Ese es el grave
problema. Que se me vuelva adictivo. Yo sabía que iba
a encantarme, pero nunca imaginé que en estos extre-
mos demenciales. Es como con las muelas de cangrejo,
el sushi, las ostras o el caviar. Que son platos deliciosos
que no a todo el mundo le gustan. Pero que una vez se
les descubre la esencia del sabor pasan a ser clasificados
como los mejores manjares.
El abrazo de ayer sé que fue real porque todavía su olor
delicioso me persigue como si tuviera narices en toda la
geografía del cuerpo. Ocurrió porque recuerdo su cuer-
po de vieja despampanante como si no hubiera ninguna
otra mejor sobre la faz de la tierra. Usted ha sido otra
Berenice que me está haciendo entrar como a otra etapa
de la existencia o abandonar algún ciclo a los 44 años.
Claro que desde que recibí un correo suyo (un día poste-
rior al almuerzo con hamburguesa en El Corral Gourmet,
el almuerzo No. 6) haciéndome notar lo cerca que había-
mos estado en el ascensor de Oviedo, y desde la vez en
que me dijo que me mandaba un abrazo por e-mail, un
abrazo de los que siempre nos mandábamos pero nunca
nos dábamos... Desde esas dos veces yo había fantasea-
do insistentemente con abrazarla. Al menos desde esos
dos momentos era como si el río del tiempo y de la vida
nos llevaran de forma irremediable hacia lo de ayer: ha-
cia nuestro primer abrazo por fuera de los correos. Ha
sido demasiado para mí, créamelo. El abrazo de ayer fue
como un temblor de tierra que apenas ha dejado en pie
mi corazón con ganas de abrazarla más.