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Carta
de un espejo
Pablo Restrepo Giraldo
Támesis, 1 de septiembre de 2012
Como posiblemente no te vea en varios días, busco un
remplazo tuyo en cuanto reflejo encuentro; lo busco en
los ríos y charcos, en los cristales de las ventanas, y aquí,
sentado, te veo en el vidrio de una bombilla, ella es la que
me lleva a recordarte, a entender que muy a mi pesar te
extraño. No sé por qué la manía de buscar mi forma en
tu cuerpo si de memoria la conozco, quizá esté esperan-
do que me digas algo, que me reveles alguna verdad, así
que si no te incomoda quisiera tomar tu puesto y decir,
por ti, lo que piensas cuando, parado en frente tuyo, me
reconozco como un igual. Así que aquí voy, querido es-
pejo mío:
Te cambio todas tus dudas por una sola certeza, me ve-
rás cada día diferente y esa será la alarma para compren-
der que tus deseos están más cerca o que tus miedos le
ganaron la carrera a tu coraje; y después de esos días
no nos veremos más, se extinguirán tus risas y se seca-
rá el llanto, la fiebre del sexo no te persuadirá hasta la
desnudez y las noches de irreflexión no acariciarán más